¿Se acuerda usted, don Lanzagorta Hernández?
Si la
alegría por haber demostrado ese su gran
poder como hombre de horca y cuchillo que es,
le ha borrado de la mente los detalles, ahí le van:
Por ANTONIO ORTIGOZA VÁZQUEZ
YAHUALICA, hidalgo.- A prácticamente 10 días de los hechos y mientras crece la ayuda del gobierno estatal a favor de los familiares de las victimas, AQUÍ ESTÁ HIDALGO, en exclusiva, da a conocer los testimonios de la gente que desde el pasado domingo 3 mantiene cerrado todo acceso al municipio. Ha quedado claro que el contratista Francisco Lanzagorta Hernández y quien fungía como director de la policía municipal, Edgar Barragán Aguirre, fueron no solo los autores directos de los crímenes, sino también los instigadores de los hechos de sangre.
YAHUALICA, hidalgo.- A prácticamente 10 días de los hechos y mientras crece la ayuda del gobierno estatal a favor de los familiares de las victimas, AQUÍ ESTÁ HIDALGO, en exclusiva, da a conocer los testimonios de la gente que desde el pasado domingo 3 mantiene cerrado todo acceso al municipio. Ha quedado claro que el contratista Francisco Lanzagorta Hernández y quien fungía como director de la policía municipal, Edgar Barragán Aguirre, fueron no solo los autores directos de los crímenes, sino también los instigadores de los hechos de sangre.
“El pueblo yahualiquense aún llora a sus muertos y ora
por sus heridos, siete, unos en Ciudad Madero, Tamaulipas, otros en Atlapexco y
algunos más en este municipio. Su clamor es que todos ellos sean traídos a Pachuca.
Tienen miedo, terror casi. Temen que vuelva Lanzagorta Hernández con sus
policías veracruzanos, “los que se pelaron junto con él”.
“Los accesos a este pueblo siguen cerrados al paso de
dirigentes de partidos diversos,
periodistas y curiosos. Los caminos están bloqueados con piedras, porque es
mucha la desconfianza. “quieren politizar este dolor nuestro y no lo vamos a
permitir”, dicen. Pero AQUÍ ESTÁ HIDALGO pudo entrar con ayuda de uno de los
médicos que atienden a los heridos, Luis Manuel Medina, y de un ingeniero a
quien sólo conocimos como Manuel, un huasteco de gran inteligencia, pues pudo
convencer a sus paisanos de la buena intención periodística del enviado.
Fuimos blanco de miradas duras de los lugareños. La
desconfianza era evidente. El palacio municipal, que erróneamente, según varios
médicos, fue escenario de una protesta publica para exigir la liberación del
comerciante (hablaron de dos) Rolando Lara Nochebuena, permanece vacío y
resguardado por policías regionales de la Dirección de Seguridad Pública del
estado, en quienes la gente ha depositado cierta confianza.
Entretanto, ya los habitantes del municipio comprueban
que la ayuda que prometió enviar el gobierno de Manuel Ángel Núñez Soto es un
hecho, que pronto llegarían unidades médicas móviles del DIF a atender las
secuelas emocionales de los hijos de quienes fueron muertos o heridos. Ya saben
que, por lo pronto, las viudas de los dos fallecidos recibirán una
indemnización provisional de 50 mil
pesos cada una, y que presumiblemente se creará un pequeño fideicomiso para
garantizar la educación de los huérfanos. Eso ha acallado su exigencia de que
el alcalde Juan Ramírez Hernández sea destituido, al constatar que al ocurrir
la balacera este funcionario dormía en su casa.
Hasta la semana pasada Ramírez Hernández se encontraba
en Pachuca, donde sostuvo innumerables entrevistas con funcionarios estatales
en aras de intervenir en la coordinación de la ayuda que la administración
estatal ya envía a Yahualica.
Y aquí, donde los lugareños critican “las falsedades
que han publicado los periódicos”, surge la voz del subsecretario de Gobierno
en la Huasteca, Eugenio Segura Marroquín, quien también refuta versiones
periodísticas acerca de que él mantiene oculto al asesino prófugo. “Le dije a
los señores del Diario de las Huastecas que fueran veraces y trasparentes y no
manejen que falleció uno de los heridos. Imagínese el dolor de la señora que
perdió a su esposo y que luego se entere por una mala información, que ya
perdió al hijo también.
“Yo creo que tanto nosotros, gobierno, como los medio
de comunicación, tenemos que decir las cosas con transparencia. El joven Pedro
Ruiz Sanjuán está vivo, está delicado, pero hay muchas posibilidades de que se
restablezca”, expuso Segura Marroquín al enviado, mientras era bastante notoria
la actividad de los médicos y enfermeras en la población. La maestra indígena
Mireya Lara Nochebuena sintetiza el sentir de los habitantes de Yahualica:
“Mire, Francisco Lanzagorta es culpable de todo esto. Yo soy maestra indígena;
trabajo en comunidades y un hombre que no es de aquí, vino a manchar con sangre
a Yahualica.
— ¿Se siente apoyada por el gobierno estatal? —se le
pregunta.
— Siento que lo están haciendo.
— ¿Toda la confianza a las autoridades del estado?
—Sí, toda la confianza. En verdad nos están apoyando,
pero quiero y pido, por favor, que nos ayuden realmente, porque el pueblo y
todas las comunidades están molestas, están heridas del alma. Sólo queremos
justicia, queremos que nuestro pueblo quede limpio; aunque ya quedó manchado,
ya no queremos más sangre —dijo la profesora con lágrimas en los ojos.
CRÓNICA DE UNA INFAMIA
Todo empezó la noche del sábado 2, durante la fiesta
de cumpleaños de cierta muchacha, que se celebró en la galera pública de este
municipio y de quien fungía como padrino Lanzagorta Hernández. Según los
relatos, cerca de la una de la madrugada del domingo, este sujeto, acompañado
de un amigo, salió de la galera, cruzó la calle y llegó hasta donde se ubica la
pequeña miscelánea de Rolando Lara Nochebuena, conocido en el municipio como
luchador social.
El propio Lara Nochebuena narra al enviado: “Era cerca
de la una de la mañana. Yo estaba sentado atrás del mostrador de mi
changarrito, cuando veo que venía don Paco acompañado de un jovenazo; llegó y
bajó la cortina del negocio. Le pregunté:’Oiga, don Paco, ¿por qué me la
baja?’, y me respondió: ‘A la chingada, estás vendiendo bebidas embriagantes’;
le dije que no vendía ni cervezas y entonces me exigió que le mostrara el
permiso para vender hasta esas horas.
“Después llegó don Pancho, a quien le dije: ‘Mire,
profesor, mejor llévese a don Paco, está tomado’. No me respondió, pero le dijo
a don Paco: ‘Bueno, haz lo que vas hacer; este cabrón es el que no nos puede
ver’. Entonces Paco llamó a los policías; entonces yo le dije a don Pancho: ‘Qué pasó,
compadre. Ya tiene rato tomando, los estoy viendo desde aquí. Si me echan a la
cárcel, les hago una demanda, los amuelo”.
Eso pareció enfurecer más a Lanzagorta, y enfrente de
la esposa, hijos y amigos del tendedero, lo empezaron a jalonear, e instantes
después llegaron cinco policías y encerraron
en la celda municipal a Lara Nochebuena, en tanto que don Paco regresó a
la fiesta.
“Estando ya encerrado, llegó Paco y Edgar, el director
de la policía municipal. Empezaron a golpearme; Paco me dijo que yo lo
molestaba mucho, que yo hacía muchas reuniones en las comunidades y eso le
molestaba mucho. Además, me dijo que me podría inventar compromisos con él,
porque él era ley y nadie estaba por encima de su mando. Yo le argumenté que me
dejara en paz; que se fuera a dormir y que más tarde, en su juicio, pudiéramos
hablar”, expuso Rolando.
“Me señaló: ‘Sí hablaré, pero no sólo contigo, sino
con toda la gente que está atrás de ti. Estás tú, está Pedro Ruiz y otros más’.
Entonces—relató— le grité: ‘Bueno, como dices tú que me vas a matar, pues
adelante. Entonces Edgar me empezó a golpear, mientras que Paco me puso el
cañón de su pistola en la sien. Sentí un fuerte golpe en la cabeza que me lanzó
hacia la pared. Me levantaron; Paco cortó cartucho y me metió el cañón de la
pistola en la boca cuatro veces, mientras Edgar me seguía golpeando. Ya no
aguantaba y les pedí que ya mejor me mataran, pero no se atrevieron.
“Les dije: ‘Paco, dame chance de hablar con la gente y
mañana te veo a las nueve de la mañana; yo no quiero sangre’, y me respondió:
‘No, a la chingada, te vas a morir’. Me sacaron de la presidencia municipal y
me llevaron a la parte trasera, ahí por la bardita, donde me siguieron
golpeando. Paco me advirtió: ‘Aquí te vas a quedar para siempre’, pero se
arrepintieron de hacerlo en ese lugar. Entonces me subieron a una camioneta
verde de Paco. Íbamos en ella Paco, Edgar y yo; me llevaban agachado para que
la gente de la fiesta no se diera cuenta.
“Llegamos a la entrada del pueblo. Oí que Paco dijo:
‘Ya están estos cabrones aquí’ y entonces regresamos a la presidencia, donde
los policías ya estaban atentos. Abrieron el portón del patio para que metieran
la camioneta, se bajó Paco y me amenazó: ‘Te quiero ver aquí ahorita con toda
tu gente, para darle fin a todo esto. Edgar me jalaba y le decía a Lanzagorta:
‘No jefe, hay que matarlo. Se va a pelar y va ha hablar’. Entonces él, Edgar, fue
quien me puso la pistola en la cabeza”.
LEY FUGA A LARA NOCHEBUENA
“Ya por último no sé si Paco reaccionó o qué, pero me
dijo: ‘Vete, cabrón, pero si te alcanzo, te mato. Quiero ver a la gente para
enfrentarme a ella. Yo te puedo matar frente a toda esa gente’. Así me lo dijo.
Corrí, pero no me fui con la gente, sino a mi casa para poner a salvo a mi
familia. Cuando salí de mi casa, con mi esposa y mis hijos, me encontré a un
amigo que me recomendó que ya no bajara al pueblo. Le informé que Paco andaba
borracho, armado y con la intención de matar a nuestros compañeros. Entonces
este amigo mío me ofreció ir en bicicleta a poner a la gente sobre aviso y a
decirles que yo estaba bien. Ahora sé que mi amigo no llegó a tiempo, pero en
ese momento ya no supe más; ya no bajé al pueblo hasta después de la balacera”,
señaló.
Según la versión de un testigo presencial, que pidió
anonimato, los hechos se dieron poco después de la una y 20 de la madrugada del
domingo 3. “La gente comunica que habían agarrado a Rolando Lara Nochebuena y
que le habían inventado que estaba vendiendo bebidas alcohólicas y que lo
habían golpeado. Ya sabíamos que Paco y Edgar andaban diciendo que tarde o
temprano iban a matar a nuestros compañeros; por eso, inmediatamente recurrimos
a la población.
“Nos juntamos en las afueras del pueblo y cerramos con
piedras el camino, pues teníamos idea que tal vez los golpeadores de Rolando
pretendían pelarse. Si esto ocurría queríamos que don Paco y Edgar nos
explicaran los motivos de su acción. Llegamos primero como 10 personas, pusimos
unas piedras, y cuando Paco y Edgar llegaron en la camioneta, vemos que traen
agachado en la cabina a Rolando Lara. Se dieron la vuelta y se metieron a la
presidencia municipal; la versión que conocimos es que lo iban a matar, pero en
otro lado.
“Después de 30 minutos ya éramos como 60 personas.
Regresaron Lanzagorta y Edgar con toda la policía y, como a 30 metros de donde
estábamos, empezó a disparar al aire con su pistola, al tiempo que gritaba:
‘Ahí les va, bola de cabrones, que voy a pasar, voy a pasar’. Paco seguía
disparando al aire, se gastó dos cargadores, y como a unos dos metros de
nosotros, metió otro cargador lleno a su arma.
“La gente reunida, como vio que Paco había echado
muchos tiros al aire, pensó que el asunto no pasaría a mayores; sin embargo, ya
estando cerca nos apuntó. Nos echamos para atrás y fue cuando, con la pistola
calibre 45 en la diestra, con la izquierda agarró de los pelos al campesino
José Zavala Aguado, de 42 años de edad, hasta entonces comisario del ejido
Pedro María Anaya, y a la voz de ‘a mi no me da lástima matar a un pinche
indio’, le descerrajó un balazo en el costado derecho”.
Al caer Zavala Aguado moribundo, su amigo Pedro Ruiz
Navarrete trató de desarmar a Lanzagorta, quien, pese a su notorio estado de
ebriedad, evadió el intento y también lo asesinó. “A ti también te quería
matar”, le dijo al dispararle un tiro en el pecho, que le causó la salida de
trozos de pulmón de la caja torácica. Acto seguido, los policías, a la orden de
Paco, abrieron fuego contra la multitud especialmente contra Ruiz Navarrete, al
que ya caído le disparó con una escopeta en el hombro derecho y los testículos.
Sobre este hombre cayó su hijo llamado también Pedro
Ruiz, con dos balazos en la espalda, presumiblemente de escopeta. Trataba de
proteger con su cuerpo a su progenitor agonizante. Un niño gritó en medio del
gran drama y arrodillado trataba de reanimar al caído:”No te mueras,
abuelito... no te mueras”. Y aquel hombre alcanzó a decir: “La bala nada más me
agarró de rozón”, pero un amigo le confeso la verdad:”No, compadre, la bala te
atravesó el cuerpo”. Después, Pedro Ruiz padre expiró, mientras su hijo,
agonizante, fue trasladado, primero a Huejutla y después a la Ciudad de Madero,
Tamaulipas.
Los disparos de escopeta, pistolas y fusiles
automáticos sembraron el terror entre la multitud, que corrió para ponerse a
salvo. “Pero Paco y Edgar estaban como locos; no conformes con lo que habían
echo, cuando huyeron en la camioneta, desde las bateas los policías nos
siguieron disparando”, relató nuestro informante.
En el lugar de los hechos, en el pavimento de
concreto, el enviado de AQUÍ ESTÁ HIDALGO pudo observar numerosos impactos de
bala. Los lugareños explicaron que ello obedeció a que muchos de los policías dispararon
sus armas a los pies de la gente, lo que se comprueba con que dos de los
lesionados tienen heridas en los pies. Otro factor que evitó que aquello se
convirtiera en masacre fue el hecho de que las escopetas usadas fueron
accionadas con cartuchos de munición delgada, de la empleada para la caza de
especies pequeñas.
Según la opinión de los entrevistados, los autores de
los disparos con pistolas y fusiles fueron “los policías que se trajo don Paco
de Veracruz; creemos que los policías paisanos fueron los que tiraron, pero a
los pies”, señalaron.
A LA CAZA DE LANZAGORTA
El gobernador Manuel Ángel Núñez Soto, a fines de la
semana pasada, fue enfático al señalar que en casos como el descrito no se
permitirá arbitrariedades y se hará respetar el estado de derecho. Precisó que
aunque el incidente es delicado, su gobierno de inmediato actuó para garantizar
la tranquilidad de Yahualica, como se constató al cierre de esta edición.
Por su lado, el procurador general de justicia en la
entidad, Manuel Sepúlveda Fayad, sostuvo que la responsabilidad jurídica en los
hechos recae en Francisco Lanzagorta, a quien, por informes de la propia
procuraduría, es buscado en todo el estado y su fotografía y media afiliación
ya está en manos de las autoridades policíacas, tanto del distrito federal como
en las otras entidades federativas.
Se trata, según los informes, de una autentica cacería
humana. El subsecretario de Gobierno en la Huasteca, Eugenio Segura Marroquín,
al comentar la incautación a los policías de infinidad de armas exclusivas del
Ejército y la Armada de México, y las halladas en la casa que ocupó Lanzagorta
Hernández, no descartó la posibilidad de que este caso sea atraído por la Procuraduría
General de la Republica a fin de que los agentes de la Agencia Federal de
Investigaciones (AFI) se sumen a la caza de este criminal y los cómplices aún
prófugos.
En este entorno, los habitantes de Yahualica, en voz
de la profesora Mireya Lara Nochebuena y de su hermano Rolando, piden al
gobernador Núñez Soto que los visite y compruebe “que nada tenemos contra él y
su gobierno, porque ya comprobamos que nos quiere ayudar; ya lo está haciendo y
eso nos consuela un poco”, aseguró.
Cerca de las 19:30 horas del pasado jueves 7, el
enviado pudo salir de Yahualica. Fueron más de siete horas de entrevista e
investigación periodística.
AQUÍ ESTÁ HIDALGO pudo romper el bloque de desconfianza,
que no de piedras el camino, de esa gente ansiosa de que la tranquilidad
regrese a su tierra.
Nos despedimos de esa gente. Nuestra gratitud a ella,
pues pese a todo, dieron de comer al enviado, con la esperanza de que la verdad
fuera publicada y la conociera realmente el gobernador Núñez Soto. Creemos que
AQUÍ ESTÁ HIDALGO ha cumplido.
Esta fue en su
tiempo la información; no fueron posibles las fotografías, porque esa gente lo
impidió al incautarnos durante nuestra estadía entre ellos nuestra inseparable
cámara. Pero ahí queda, a la conciencia de los señores magistrados que
absolvieron a los asesinos, el testimonio de gente que seguramente ya no creerá
en la justicia.