El conocimiento debe
ser factor de cambio
para un nuevo orden
internacional
*Por Arturo Peña del
Mazo
(Es grato informar a
nuestros lectores que a partir de esta fecha se suma al equipo de colaboradores
de Expediente Ultra, el ingeniero Arturo Peña del Mazo, Presidente
de la Fundación Isidro Fabela. Sea
usted bienvenido)
Actualmente existe una crisis
global en la que unilateralmente muchos países están depredando el planeta en
forma irresponsable, siendo patrimonio de todos los habitantes y no de una nación o
de un grupo de naciones desarrolladas. Es por demás lamentable que el
equilibrio mundial se ha establecido a través de las guerras, pero estamos llegando a un momento en que la guerra va a ser un instrumento
inservible porque no importa quién la inicie,
quién la gane o quién la pierda, pues se corre el riesgo de que todos salgamos
afectados, e incluso, se ponga en riesgo a la misma especie humana en el planeta.
Preocupados por la complejidad
que presenta tal esquema mundial es que ha surgido la idea de internacionalizar
a la Fundación Isidro Fabela en América porque en este momento todo el orbe corre riesgos de exterminio mundial por causas como
la carrera armamentista pues se han hecho ya armas tan sofisticadas y
perfeccionadas que un conflicto bélico,
incluso regional, puede tener un
escalamiento que implique el exterminio del género humano.
Es evidente que las naciones no se pueden poner de acuerdo
utilizando las llamadas “Cumbres” o a través de organismos como la ONU, sobre
todo porque la mayoría de las naciones están cuidando su territorio nacional,
pero se olvidan de que hay zonas como los mares internacionales, el aire, el espacio
y la tierra que se conectan absolutamente y estamos envenenándolas por la
creciente contaminación.
Don Arturo, expone sus opiniones a nuestra revista, atestigua el vocero de la fundación, Raúl García |
No puede dejar de citarse
que el mundo enfrenta otro grave riesgo
que es la adicción al consumo de hidrocarburos; la tierra tiene una capacidad de asimilación
del bióxido de carbono pero actualmente estamos soltando mucho más bióxido de
carbono a la atmósfera del que puede asimilar el planeta, derivando en dos fenómenos adversos: uno es el
calentamiento global y el otro, la lluvia ácida, que están secando selvas, bosques tropicales,
y afectando al plancton marino que luego
es remplazado por las mareas rojas. Así también inmensas extensiones de
arrecifes coralíferos están siendo destruidas.
Es impostergable plantear la
configuración de un nuevo orden en el planeta y necesitamos estar preparados para cuando venga la integración
global que impulsará, sin duda, la consolidación de un nuevo gobierno mundial.
En el planeta hay cinco continentes, lo
que se antoja a priori es que haya un mandatario por continente. Y un cambio de
tal naturaleza y dimensiones no implica una revolución pues, por el contrario, es una forma de gobernar al
mundo de forma más acorde a sus necesidades.
No pasa desapercibido para nadie
que actualmente los países que más daño le hacen al planeta son los que se
encierran en su territorio y hacen lo que se les viene en gana: envenenan el agua, el aire, el suelo,
fabrican y trafican armas, destruyen la capa de ozono y, como algunos son los gigantes de la economía mundial, pues
nadie se les puede enfrentar; entonces, aquí lo que se pretende, y creo que en lo que va a terminar esto, es la
instalación de un gobierno mundial que frene y aplique reglas claras a toda nación que tienda a extralimitarse.
Si todo esto parece imposible, basta con voltear atrás y darnos
cuenta que siempre han sido posibles en la historia de la humanidad los grandes
cambios. ¿Qué fue en sus albores el Imperio Romano? Pues fue una pequeña nación
que se integró con cinco países, que
hablaban las llamadas lenguas romances,
esas derivadas del latín, y que fueron: Italia, Francia, España, Portugal y
Rumania, pero luego el imperio se extendió hasta el oriente; o sea, tuvo
muchísimas naciones y regiones bajo su control a un grado tal que en el imperio había mil 630
creencias diferentes. Sin embargo, el
imperio se integró. ¿Y qué fue lo que integró al imperio? Pues llevar a la
población a sostener en lugar de mil 630 credos un sólo credo.
A lo largo de su historia, el
mundo ha creído en muchísimas cosas y cada vez que avanza el conocimiento se
derrumban situaciones que se creían
inamovibles. ¿Qué es precisamente lo que ahora tenemos que derribar a nivel
nacional, y luego mundial?, pues cosas que todavía existen. El grueso de
las creencias de la población se basan en supersticiones, tabúes, mitos,
dogmas, prejuicios, misterios, sincretismos, etc. Todo eso, como lo venimos
sosteniendo en nuestra Fundación, no es
conocimiento y el conocimiento nos permite abarcar esas áreas que en otros
tiempos eran áreas irreconocibles. Y esto se va a tener que derribar porque
el que cree en mitos nada tiene que
hacer frente al conocimiento más que aceptar que éste es el que merece la
verdad o la credibilidad absoluta
Y bajo la premisa de que el conocimiento
es universal, lo estamos extendiendo en México y ahora el plan es llevarlo a todas las Américas para extenderlo a todo el
mundo porque el conocimiento es patrimonio de la humanidad, razón por la que en
nuestro esfuerzo ya tengamos presencia en ciudades de Estados Unidos como
Chicago, del estado de Illinois; en Milwaukke, Wisconsin; y en estados de la
importancia de Texas, California y Washington ( y posiblemente Columbia), donde
hay una sólida presencia de mexicanos y de población latina. Cabe resaltar que
además, vamos a tener presencia también en Costa Rica, porque nos ha invitado
allá un grupo de empresarios con anuencia de su gobierno. Es así que la Fundación Isidro Fabela crece cada día.
(*Presidente de la Fundación Isidro Fabela)
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