lunes, 25 de junio de 2012

Teódulo Quintín, sediento de fuero





Expediente Ultra

Candidato que ni a los muertos respeta


Teódulo Quintín,  un auténtico y peligroso

 gangster busca apropiarse de Actopan


Ante priísta y hoy perredista aspira a la

diputación federal para acrecentar sus

negocios personales y  poner al municipio

a las órdenes de sus dos jefes políticos:

José Guadarrama y Gerardo Sosa


Créditos
Texto Antonio Ortigoza Vázquez/Enviado

                                           

ACTOPAN, HGO.- Carente de toda ideología política y expresión tangible de aquellos políticos que buscan “el poder por el poder”, Teódulo Quintín Pérez Portillo, ex alcalde de Actopan y candidato a diputado federal por el III Distrito de Hidalgo bajo las siglas del Movimiento Progresista, se muestra   sediento de fuero para continuar  con la larga cadena de fechorías, intimidaciones y abusos de poder que ha cometido a lo largo de su carrera política.
Temido más que respetado en la región actocpense, Pérez Portillo es en los hechos la otra cara del gobierno “amoroso” que pregona Andrés Manuel López Obrador; los habitantes de este municipio saben que el violento y prepotente  ex presidente municipal  “ni a los muertos respeta”, en alusión al despojo que hizo a la población de los valiosos terrenos destinados al nuevo panteón municipal que durante su gobierno convirtió en lugar de entretenimiento al instalar en la zona del camposanto nada menos que la Feria Tradicional de Actopan. Terrenos que más tarde donaría a favor de la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAH), para ganar los favores de otro de sus mecenas, el cacique universitario Gerardo Sosa Castelán, también ex priísta reconvertido al panismo.
Antes priísta, el hoy advenedizo y convenenciero  candidato de la  izquierda, obtuvo del tricolor jugosas recompensas tales como haber ocupado cargos públicos como el de Procurador de la Defensa del Trabajo, Director del Transporte y Subprocurador de la Región de la Huasteca, entre otros, pero al no haber obtenido mayores beneficios personales, arrió las banderas del tricolor para sumarse al PRD, bajo el padrinazgo del líder moral del solaztequismo en Hidalgo, José  Guadarrama Márquez.
Sumiso y leal a su nuevo jefe, Pérez Portillo logró la candidatura perredista y ganó la alcaldía de Actopan para el periodo 2003-2006, y desde el primer momento se dedicó, junto con su hermano Humberto a hacer  negocios personales, mismos que ahora a seis años de distancia trata de maquillar bajo el disfraz de obras sociales en favor de la ciudadanía a sabiendas que tras sus espaldas pesan una serie de demandas por despojo y fraude, de tal suerte que al aspirante al Congreso pueden brincarle, de un momento a otro, sus múltiples cuentas pendientes con la justicia.
ACTOPAN A LA CARTA
A la vista de propios y extraños, y una vez instalado en el poder local, Teódulo Quintín Pérez  y su familia hicieron todo cuanto les vino en gana: todos los contratos de obra y adjudicaciones directas  fueron operadas de manera directa por su hermano Humberto,  quien por cierto durante la gestión de Teódulo, llegó al cargo de regidor bajo la bandera del PRI para después declararse como “regidor independiente”. Contratistas,  proovedores y prestadores de servicios, sintieron desde un principio el rigor de la desmedida ambición de los “amorosos” hermanos: sin el entre respectivo, que variaba, como reza el refrán: “según el sapo la pedrada”, nada se autorizaba.
Y de hecho, los Pérez Portillo diseñaron un bien aceitado plan de extorsión que dejaba sin opción alguna, por ejemplo, a los contratistas porque Humberto además de hacer las funciones de “facilitador” de los contratos, de cobrador de los entres, en su calidad de líder de la Sección 110 del llamado “Sindicato Nacional Revolucionario de los Trabajadores del Transporte”, afiliado a la CTM, operaba  a su antojo todo el manejo de los materiales de construcción necesarios en las obras públicas, fueran de pavimentación o cualquier índole.
Si los empresarios no pagaban primero a Humberto, toda la obra se detenía. De hecho y como lo pudo constatar Expediente Ultra, no sólo los empresarios sino los mismos agremiados del voraz líder eran víctimas de la extorsión pues además de tener que pagar una cuota mensual de 150 pesos semanales, los miembros del sindicato tenía que reportarse con un porcentaje por el pago que recibían por sus fletes. Todo aquel que llegó a alzar la voz debió pagar las consecuencias al ser segregado de la materia de trabajo. Pero igual rasero operaba para los contratistas, si alguno chistaba en contra era sacado de la lista de los contratos y peor aún, sufría el atraso de pagos por parte de la tesorera municipal, María del Carmen Bretón Sánchez.
Con todo el poder a su favor, no sólo Humberto y Teódulo hicieron de las suyas, la propia familia se adjudicó el derecho a extender sus propiedades a mitad del arroyo, como lo muestran gráficas del presente reportaje. Nadie se podía meter con la influyente familia. Con el municipio en sus manos Teódulo se sintió con el derecho de echar por la borda un proyecto albergado por  autoridades y habitantes, dos décadas atrás: la construcción de un nuevo panteón municipal que ya contaba con la autorización y los estudios correspondientes,  pero sobre todo,  con el beneplácito de la gente.
FIESTA SIN DIFUNTOS…
En la memoria de los actocpenses está bien presente cuando en la década de los ochentas, Jesús Luz Meneses, aspiraba a ser candidato a la alcaldía por el PRI y para granjearse la voluntad popular adquirió de su peculio un terreno de cerca de cinco hectáreas con el fin de erigir un nuevo cementerio, proyecto al cual invitó a don Pedro Alamilla Hernández, querido y respetado en la comunidad, y quien aceptó sumarse a la noble causa aportando otro extensión de cinco hectáreas de su propiedad estableciendo  como única condición que cuando murieran él y su esposa, doña Sabina Zarco Sánchez, fueran sepultados en el nuevo camposanto.  Y así quedo pactado.
Y aunque Jesús Luz y el señor Alamilla  dieron los primeros pasos a la nueva obra, construyendo buena parte de la barda perimetral, la capilla y plantando decenas de cipreses, don Pedro no tuvo el gusto de ser uno de los primeros huéspedes del sueño que albergara en vida; murió el 25 de febrero de 1988, y dos años más tarde falleció su esposa Sabina, el 16 de septiembre de 1990, para ser exactos. Ambos descansan en el viejo panteón municipal.
Y aunque Jesús Luz Meneses vio cumplido su sueño de ser alcalde en el trienio 1991-94, no pudo concretar el funcionamiento del panteón, aunque dejó  establecidos y en regla, los permisos para su funcionamiento al reglamentarlo  como parte del patrimonio municipal, es decir, de la población. El lugar fue respetado por las autoridades siguientes hasta que en el 2006, a Teódulo Quintín Pérez se le ocurrió que no había porque ser tan ceremoniosos con el proyectado camposanto y pasándose  por el arco del triunfo la voluntad de don Pedro Alamilla, y  los buenos propósitos del ex alcalde priísta, Luz Meneses, decidió instalar ahí,  y por sus pistolas,  la tradicional Feria de Actopan, argumentando que no había otro lugar para realizarla. Mudos testigos del mercenario despojo fueron la capilla y los cipreses, lo mismo que viejos actocpenses que aún no digieren las atrocidades cometidas  por la ambición del perredista.
Pero el abuso no terminó ahí pues mediante argucias legales, sin consulta pública,  y con el supuesto apoyo de los regidores, entre ellos el de su hermano Humberto, el hoy candidato donó, al final de su gestión, parte de los terrenos a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH),  institución que ni tarda ni perezosa se dio a la tarea de levantar un campus y  una unidad deportiva. Claro está que los habitantes del municipio muy pronto comprendieron el por qué de la altruista cesión: apenas dejó el cargo en la alcaldía, Teódulo Quintín encontró acomodo como Titular del Campus Tepeji de la UAH, el cual por cierto no fue gratuito sino en pago que por los terrenos del camposanto le retribuyó su nuevo padrino político, Gerardo Sosa Castelán.
No le importó al eterno dirigente universitario, también ex priísta y convertido por conveniencia a sus intereses en panista, que su nuevo protegido dejara tras de sí una estela de fraudes y abusos de autoridad donde no menudearon las agresiones físicas de que fueron objeto sus adversarios y críticos. De hecho, y hasta la fecha, un importante número de empresarios y prestadores de servicios siguen esperando les sean retribuidas  las  obras realizadas  y  sus servicios profesionales.
De acuerdo a investigaciones de Expediente Ultra , fueron tantos los casos de corrupción e incumplimiento de contratos del hoy aspirante a diputado federal, que a un año de concluir su mandato,  diversos empresarios presentaron una formal denuncia ante el Congreso Local acompañada de abundantes pruebas, molestos e indignados por el cinismo mostrado por el ex alcalde quien  en su último informe de labores se atrevió a poner a su administración como ejemplo de honradez y transparencia, “bondades” a las que  quizá le faltó agregar el término de cinismo, para ser más exacto pues cuando los acreedores se presentaron a cobrarle a la tesorera María del Carmen Bretón Sánchez, ésta tuvo el descaro de argumentarles  que ya les había liquidado,  e incluso, les mostró pólizas  con firmas falsas que supuestamente amparaban los finiquitos.
Los afectados  la instaron a realizar con las instituciones bancarias una compulsa para corroborar que los cheques expedidos eran reales y habían tenido como  destino el pago a  sus empresas. Claro que Bretón Sánchez, por indicación de su jefe, hizo mutis del asunto, dejando colgados de la brocha a los defraudados empresarios, muchos de los cuales piensan seriamente, en estos tiempos de elecciones, revivir sus denuncias para que la ciudadanía haga memoria de cómo se las gasta el ahora supuestamente “honesto y amoroso” perredista. El fraude cometido hace años, asciende a varias decenas de millones de pesos, como consta en las pruebas entregadas en su momento al Congreso Local, órgano legislativo al que Pérez Portillo juró y perjuró no haber dejado deuda alguna. De ése tamaño su temerario latrocinio.
CÁTEDRAS DE DESPOJO
Ya experto en las artes del despojo, la prepotencia y la corrupción, a su llegada al Campus de Tepeji del Rio, Teódulo Quintín puso manos a la obra y empezó a cobrar  con creces el favor hecho a Sosa Castelán despojando  a quienes operaban la cafetería, la papelería, el restaurante y el fotocopiado de las instalaciones construidas años atrás por ellos mismos.
De acuerdo al contrato celebrado  con las autoridades de la UAEH, en febrero del 2003, gente como Jorge Almazán Vega y María Elena Escorcia Hernández, aceptaron levantar con sus recursos los locales donde se asentaban los comercios ya señalados en el interior del Campus. La inversión que ascendió a 419 mil 534 pesos la hicieron a condición que se les otorgaría una concesión para operar sus negocios por un lapso de once años, es decir, que el contrato debía vencer en febrero del 2014, los honrados empresarios no contaban  que con la llegada del ambicioso ex alcalde su inversión se vendría abajo. Fiel a su estilo gangsteril, el 23 de junio del 2009,  Pérez Portillo cerró de manera violenta, y sin mediar explicación alguna, su única fuente de trabajo, entregando los inmuebles  y los giros correspondientes a terceras personas.
Al dar seguimiento a la averiguación previa 17/T/677/2009, la procuraduría del Estado comprobó la ilegalidad de los actos cometidos por el ex alcalde al que no le quedó de otra que indemnizar a los afectados según quedó asentado en la comparecencia del 29 de marzo del 2010. Los quejosos optaron  por la conseja jurídica que dicta aceptar un mal arreglo a un pleito largo, perdiendo buena parte de su patrimonio familiar. Más por temor a ser agredidos en su integridad física que por gusto, otorgaron el perdón al pillo funcionario.
SOBRE ADVERTENCIA NO HAY ENGAÑO
Por eso,  ahora el candidato Pérez Portillo busca curarse en salud y sediento de fuero, ansía colgarse de la diputación federal para seguir lucrando con el poder, nuevamente cobijado bajo el manto protector de su antes jefe político, José Guadarrama Márquez quien seguramente ya le perdonó su infidelidad de haberse aliado con el panista Gerardo Sosa Castelán. Cosas de la política y de los intereses creados. La pregunta es: ¿se dejarán engañar los electores del III Distrito por éste traficante del poder?

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