PEPENADORES DE TEPEAPULCO; VIVIR Y MORIR ENTRE LA BASURA
Su mirada se
pierde en los inmensos montones de desperdicios, es una mujer de rostro curtido
por el sol y por la anemia, primero huraña, poco a poco deja que sus palabras
fluyan como un reclamo, como un lamento de que en su vida no hay salida, ni
opciones, sólo este sitio maloliente de donde obtiene el sustento diario para
su familia y los suyos. Es Armanda Cortés, la dirigente de los pepenadores del basurero
de Tepeapulco. Ésta la conversación que sostuvo con Expediente Ultra.
EU: Usted es la líder en éste basurero y la que organiza
todo ¿es así?
Armanda Cortés: Tratamos.
EU: ¿Cómo se
sienten trabajando aquí?
AC: Pues
trabajando, contentos.
EU: Platicaba
hace unos momentos con el Secretario Municipal
de Tepeapulco y me decía que ustedes son
muy aparte al municipio y le preguntaba
que ellos como autoridades municipales, qué tipo de apoyo les brindan a ustedes
y prácticamente él se deslindaba de cualquier tipo de apoyo hacia ustedes pues,
dice, no son trabajadores del municipio. Me llama la atención que en otros
municipios donde existen basureros pues a los trabajadores de la basura se les
apoya por lo menos, con guantes, ropa,
botas y cubre bocas ¿aquí cómo es el
apoyo del municipio?
AC: Aquí no hay
nada. No hay nada de apoyo de la presidencia, hasta hoy no hay.
EU: ¿No les dan
ningún tipo de apoyo? ¿Atención médica? ¿Equipo de seguridad para trabajar?
AC: Nada,
absolutamente nada. No hay nada de apoyo.
EU: ¿Es muy
riesgoso trabajar aquí?
AC: Pues sí,
pero ya después de tantos años ya se hizo costumbre el trabajar así.
EU: ¿Cuántas
personas laboran en este basurero?
AC: Somos 14,
más las que llegan, pues viene gente de fuera pu´s pa sacar para la tortilla
EU: ¿Qué le
pediría usted a la autoridad municipal?
AC: Pues, híjoles,
pues está canijo, la verdad que estamos acostumbrados a que nunca nos han dado
nada, pero en una ocasión me atreví
a pedirle al presidente que nos echara la mano con una
despensita o algo para la gente, pues la verdad que hay gente muy amolada.
EU: ¿Se las
negaron?
AC: No, pero nos
dejaron en lista de espera y estamos aún en espera que algún día será.
EU: ¿Ustedes no
han pedido algo? ¿Botas, guantes etcétera?
AC: Pues repito,
estamos tan acostumbrados a trabajar así, que ya es algo cotidiano.
EU: ¿Están
acostumbrados a estar olvidados por la autoridad?
AC: Pues sí. Más que nada, ya estamos acostumbrados y a
subsistir con lo poquito que ganamos; estamos acostumbrados a no tener
atenciones de nadie.
EU: ¿El alcalde
los ha visitado?
AC: Éste alcalde
sí, se ha tomado la molestia de visitarnos.
EU: ¿Qué no le
gusta prometer, no?
AC: Parece que
no. De momento estamos trabajando muy acorde con la presidencia.
EU: ¿Pero en qué
términos si no les dan ningún apoyo?
AC: Pues
nosotros, al contrario, somos los que apoyamos a la presidencia en cuestión de
formar carros, de separar la basura, en fin, en varias actividades que tenemos
aquí.
EU: ¿Pero no
perciben nada por parte de la presidencia?
AC: No, ni un
centavo, nada, ni ningún apoyo.
EU: ¿Qué le
diría usted al alcalde?
AC: Pues que no
se olvide de nosotros, que aquí estamos, que vivimos, que estamos aquí y que si
a la mejor algún día le sobra algo, pues que aquí estamos, que se acuerde de
nosotros.
EU: ¿No les ha
prometido nada?
AC: No, sólo que
vamos a seguir trabajando aquí.
EU: ¿A cambio de
qué?
AC: De nada,
absolutamente de nada. Sólo trabajar y trabajar, pues de aquí dependemos muchas
familias.
Dejamos a doña
Armanda Cortés trabajando entre esas montañas de desechos, no pudimos evitar el
percatarnos de un auténtico y caudaloso río de mortales lixiviados que baja por
la ladera del enorme tiradero y que se va directo a los mantos acuíferos del
municipio. Pregunté entonces a mi acompañante
el joven Caña, director de Servicios Municipales: ¿Tomarías agua de la
llave? Volteó a mirarme y sin ningún titubeo dijo: “No…por supuesto que no”.
Atrás de
nosotros llegaron camiones del municipio, pero también de particulares porque
es innegable que el mortal foco de infección se ha convertido en un jugoso
negocio, claro, con el consentimiento del “alcalde estrella” que aunque siempre
brilla por su ausencia, se sabe que siempre anda por el D.F.
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