Las féminas en su Día Internacional
Ser mujer en otro ocho de marzo…
y no
morir en el intento
En el mar de tacones altos, medias
de seda, monólogos descabellados
y corazones que no rentan espacios
privilegiados, las mujeres de hoy
portan cruces para librarse de ex
comuniones machistas y construyen
discursos para ser escuchadas
Créditos
Por Elvira Hernández Carballido
Mis pies lucen
tacones inexplicablemente altos y generosamente bajos, incómodos y seductores
con lo que, pese a todo, doy pasos de
nubes, huellas de sol y pisadas de luna.
Mis piernas se
envuelven en medias de seda humilde, bordadas de insinuaciones coquetas y
tejidas de abnegación sensual, pinto mariposas que me reconcilian con mi
feminidad y tatúo frases atrevidas para denunciar mi feminismo natural.
Mi nube de algodón es
un perfecto triángulo de deseos cumplidos, de ventanas abiertas que permiten
ser alumbradas por tonos claroscuros de luna, zona preferida de relámpagos
varoniles que creen en los amorosos instantes de entregas eternas, cielos que
te obligan a perderte en infiernos que te hacen musitar rezos gozosamente
placenteros.
Mi ombligo deforme
delata esta cesárea mal hecha pese a cumplir con mi papel asignado por la
sociedad patriarcal pero este vientre partido también revela el amor más
profundo que puedo sentir por alguien que sin conocerlo lo amaba simplemente
porque siempre fue muy deseado.
Mi cintura todavía
tiene amarrado el nombre de los hombres que amo, que se aferraron a ella cuando
me convertí en la amazona de sus pecados, que se subieron a ella para compartir
las pasiones más alocadas, que calcularon sus centímetros para no compararme
con ningún cuerpo perfecto y me amaron como soy.
Mis manos solamente
se sienten vivas cuando brincan por el teclado de una computadora donde delato
mis monólogos más descabellados y honestos, en teclas digitales de teléfonos
donde te escribo mensajes amorosos que nunca responderás, las mismas que
caprichosamente han trazado un destino que no creen el azar y siempre le
apuesta a la suerte.
Mis brazos se buscan
para reconciliarme siempre con la que soy y para felicitar a la que un día
cumplirá sus sueños por purita terquedad, los mismos que dan asilo a la
cómplice que al amante bandido, que acurrucan vida y hasta esperan a la muerte,
que se llenan de sonidos con pulseras pájaro y relojes tic tac.
Mis pechos medias
lunas que conmueven hasta el viento, montañas que embellecen mi paisaje sin
importar tamaños ni medidas, fuentes solidarias que pueden saciar tu sed de
ímpetu y ofrecerse como los girasoles más alegres en invierno.
Mi corazón
desordenado que no jerarquiza cariños ni renta espacios privilegiados, el mismo
que late cuando creo más en mí misma pero más cuando escucho la voz amada o recibo
la caricia soñada.
Mi cuello que no
guarda manzanas de pecado pero sí tentaciones disfrazadas de collares de perla,
dijes mágicos y cruces que me salvan de excomuniones machistas. Escenario que
te invita a memorizar mi aroma, que guarda dos gotitas de este perfume que ya
no olvidas.
Mis orejas que se
alían a mi sentido del oído y escuchan tus mentiras pero también tus
confesiones, que me permiten distinguir el ritmo de la lluvia serena y la
fuerza de tempestades osadas, que me insisten en escucharme para quererme como
soy. Mis ojos que al delatar una extrema miopía se esconden detrás de un
anteojos que ya son parte de mi propia sensibilidad para verte mejor, para
distinguirte donde sea, para leerme sin objetividad, para espiarme y
reconocerme.
Mis cabellos cortos
que presumen su feminidad, despeinados para delatar que la vida todavía me
inquieta con sus sorpresas, con rayos de luna para jurarte que todavía no
alcanzo la madurez de la vida.
Mi cerebro de mujer
que me invita a hacer mil cosas a la vez, el mismo día, en el mismo lugar y
donde sea, que inventa historias para recuperarnos del silencio, que te reta
con su talento, que te rinde ante su creatividad, que hoy lograr aliarse para
construir palabras y sumar discursos que te delaten el significado de ser mujer
aunque para que me escuches tenga que esperar un 8 de marzo más.
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