miércoles, 5 de noviembre de 2014

El PRD hundido en la frivolidad y el narco

 Sin ética política ni ideología partidista


El PRD se hunde en las
pantanosas arenas de la frivolidad y la complicidad con el narco


Junto con todo la izquierda y MORENA, la corriente de “Los Chuchos” como el resto de las tribus perredistas, ya no representan la lucha de los diversos movimientos sociales en el país, pues han optado por disfrutar de las mieles del poder, copiando el modelo de corrupción que criticaron al PRI llegando al extremo de haber pactado alianzas con el crimen organizado como sucedió en Iguala y en infinidad de municipios de Michoacán y Morelos, por citar algunos casos

Por Ricardo Arellano / Fotos Especiales


Pese a enfrentar la peor crisis política de su historia a la que le condujo en los últimos diez años el entreguismo aliancista y acomodaticio de la corriente Nueva Izquierda, mejor conocida como ‘‘Los Chuchos’’, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), parece no querer aprender de sus errores del pasado, ni de la cruenta lección que le está representando la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ordenada por el alcalde prófugo de Iguala, José Luis Abarca, e insiste en pasar por alto el sinfín de tropelías que sus miembros siguen cometiendo a la vista de un azorado electorado que les ha perdido, con justa razón, la credibilidad como una opción política a favor de las luchas sociales en todo el país.

Caro le está saliendo, y le seguirá costando no únicamente a ‘‘Los Chuchos’’ sino a las diversas corrientes internas del Sol Azteca, así como a la izquierda en su conjunto, el haber alentado con meros fines lucrativos y electorales, coaliciones y candidaturas que nada han redituado a la sociedad y menos a organizaciones sociales que han sido golpeadas por sus supuestos aliados ideológicos. Por doquier los casos de corrupción, infiltración del crimen organizado y frivolidades en el ejercicio del poder, aparecen en los gobiernos perredistas, tanto a nivel municipal como delegacional o estatal.
La izquierda partidista es, hoy en día, una izquierda inexistente al grado de que en las actuales circunstancias política hablar de perredismo y hasta de MORENA en estados como Guerrero, 

Michoacán y Morelos, es hablar de narcopolítica. Y peor todavía: no obstante ver el temblor –casi terremoto– y no hincarse, insisten en danzar sobre las ruinas de su cataclismo creyendo cándidamente en que el cuerno de la abundancia no se les acabará nunca, haciendo planes para conservar sus cotos de poder como sucede con el actual diputado federal y ex delegado de la demarcación Cuauhtémoc, 

José Luis Muñoz Soria, quien ya negocia el arribo de su actual pareja, Verónica Olvera, como candidata al 2015, para ejercer el poder tras el trono, a un cargo del que se sirvió para darse lujos como la adquisición de exclusivos apartamentos, residencias y autos BMW con valor 57 mil 900 dólares, de esos que adquieren los miembros del Jet Set, a quienes sobra el dinero. (Ver recuadro de la página 5).

La hoguera encendida para el perredismo de Guerrero tras comprobarse la complicidad del alcalde José Luis Abarca con miembros del crimen organizado, más propiamente con el Cártel de los Guerreros Unidos, responsables de la desaparición de los estudiantes normalistas, lejos de ser apagada parece reavivarse en el propio Distrito Federal donde el pasado 7 de septiembre, en las elecciones internas del Sol Azteca, grupos de pistoleros a bordo de costosas camionetas Hummer, recorrieron diversas colonias de la delegación Iztalapala con el fin de amedrentar a los militantes para emitir su voto favor del Movimiento de Equidad Social de Izquierda (MESI), que encabezan la asambleísta Dione Anguiano Flores y el titular de la Procuraduría Social capitalina, Alfredo Hernández Raigosa.

Cuál si se tratara de una escena de terror que han vivido en los últimos años los habitantes de los municipios Guerrero o Michoacán, los pistoleros se pasearon armados y con toda impunidad por las calles, y a plena luz del día, sin que hubiera autoridad alguna que impidiera el delito electoral que estaban cometiendo; peor todavía y como lo denunciara en su momento el Secretario de Comunicación del PRD capitalino, David Mendoza Arellano, días después regresaron a exigir a los tianguistas y comerciantes de la demarcación el pago de una cuota de mil pesos mensuales, pues ‘‘habían ganado la elección del día 7’’, y tenían luz verde para imponer el cobro de piso, advirtiendo que aquel que se resistiera se enfrentaría a las consecuencias. El asunto provocó, al cierre de este reportaje, una álgida discusión al seno de la Asamblea Legislativa donde la diputada local, Dione Anguiano, entabló una ríspida discusión con su homólogo de Movimiento Ciudadano, Cuauhtémoc Velasco, por el turbio asunto registrado en Iztapalapa.

Pero en este carrusel de la frivolidad y la desfachatez en que siguen dando vueltas, mareados por las mieles de su enriquecimiento inexplicable, los perredistas y demás integrantes de la izquierda insisten en mantener alianzas y prestar servicios a gobernadores intolerantes como Rafael Moreno Valle quien en Puebla, terminó por coptar al PRD al grado de convertir a sus actuales dirigentes en empleados a nómina en su gobierno, entre cuyos adeptos, además de la corriente de “Los Chuchos”, se cuenta al senador Luis Miguel Barbosa, actual presidente del Senado y cuya corriente Frente de Izquierda Progresista (FIP), es uno de los principales impulsores de la candidatura presidencial del creador de la llamada ‘‘Ley Bala’’ –ya derogada pero que autorizaba el uso de armas de fuego para contener manifestaciones públicas–, y que se ha dedicado a reprimir violetamente cuanto reclamo social surge en su entidad, no exentando del encarcelamiento a los propios militantes de base del PRD que junto con la sociedad civil han sido abandonados por los supuestos representantes de la izquierda, más interesados en cobrar jugosas canonjías que en atender los reclamos de una ciudadanía amedrentada e intimidada por el aspirante candidato presidencial en el 2018, que llegó al cargo apoyado por la coalición pactada en el 2010 por el PRD y el PAN en contra del PRI.

El incondicional de la maestra Elba Esther Gordillo, nunca militó en ninguno de estos partidos pero no fue impedimento para que ‘‘Los Chuchos’’, aceptarán negociar con los dirigentes de Acción Nacional, encabezados entonces por César Nava, y llevarlo al poder. De aliados, los perredistas pasaron a la categoría de simples empleados del mandatario estatal, como son los casos del actual presidente local, Eric Cotoñeto y el secretario general y diputado local, Julián Rendón Tapia.

Pero no únicamente es en Puebla donde la fiebre aliancista de ‘‘Los Chuchos’’, en 2010, ha representado saldos en contra al PRD; también en Oaxaca y Sinaloa, los dividendos políticos no le han sido favorables, sobre todo por la percepción negativa que el Sol Azteca ha generado en la sociedad de ambos estados. En el primero, Gabino Cué ha instaurado un trato de horca y cuchillo contra los perredistas al grado de que el dirigente estatal del Sol Azteca, Rey Morales Sánchez, denunció en su momento al Secretario de Gobierno de aquella entidad, Alfonso Gómez Sandoval, como el brazo ejecutor del mandatario para reprimir de forma brutal sus militantes en los municipios de San Juan Guivini y San José Ozolotepec, que se cuentan en la extensa lista de atropellos cometidos contra organizaciones sociales de ése partido. De igual forma en Juchitán y la región del Istmo de Tehuantepec, Cué ha dejado solos y en manos de las trasnacionales que impulsan la creación de parques eólicos mediante violentos despojos, a miles de simpatizantes del PRD.

En el segundo, Mario López Valdéz, Malova, quien prometió a ‘‘Los Chuchos’’ y al PRD de Sinaloa el oro y el moro en el 2010, con el fin de cuajar la alianza con Acción Nacional y otros partidos de izquierda, dejó sus promesas al aire comprometiendo seriamente la imagen de ése partido al grado de someter a sus diputados locales a las más absoluta obediencia como cuando a finales de julio pasado aprobaron por unanimidad junto con el PAN y el PRI, la llamada Ley Mordaza que atentaba contra el trabajo de los comunicadores. Al igual que con la ‘‘Ley Bala’’ de Moreno Valle, la presión de los medios y la sociedad obligó al gobernador a dar marcha atrás, dejando mal parados a los sumisos legisladores locales del PRD.

El pasado año, calaron hondo en las conciencias de los militantes del PRD en Sinaloa las declaraciones que hiciera el ex dirigente local, Feliciano Castro, emblemático líder de la izquierda en aquella entidad, cuando señaló: ‘‘El PRD se ha desfigurado como opción de izquierda y, de plano, salió perdiendo en la alianza que hizo con Acción Nacional para llevar a la silla a Mario López Valdez, pues ahora ni gobierna ni es oposición, y traicionó a todos aquellos militantes, perredistas y ciudadanos en general, que lo veían como una esperanza ante los gobiernos represivos, reaccionarios y antidemocráticos’’.

Y aunque ahora, cual gatos boca arriba, los nuevos dirigentes nacionales con Carlos Navarrete, intentan desmarcarse no sólo de los saldos negativos de las alianzas del pasado sino de la relación de muchos de sus actuales miembros en el poder con el crimen organizado, es difícil concederles el beneficio de la duda sobre todo porque situaciones del pasado fueron ignoradas olímpicamente tanto por Jesús Ortega –cabeza de ‘‘Los Chuchos’’–, como los entonces gobernadores en funciones como sucedió en 2010 con la candidatura al gobierno de Baja California Sur de Luis Armando Díaz, alentada por Narciso Agundez.

Cientos fueron las voces que alertaron entonces a los líderes nacionales del PRD sobre las relaciones peligrosas que mantenía el Secretario de Gobierno de esa entidad con el cártel rival de los Arellano Félix. El candidato del gobernador Agundez era originario de Tijuana y conocido invasor de tierra en Baja California Sur. El 5 de abril de 2010, en plenos destapes políticos, apareció una manta en la ciudad de La Paz, capital del estado, donde se acusaba de traición al candidato oficial del PRD, por ‘‘haber puesto al Teo’’, quien disputaba entonces el control a los resquicios del cártel de los Arellano. 
Pese a las denuncias públicas, se mantuvo en pie su candidatura, perdiendo en las elecciones de febrero del 2011 con el panista Mario Alberto Covarrubias. Ni con todos los recursos públicos aplicados en su campaña, el gobernador pudo hacer ganar a su candidato. La sociedad sudcaliforniana acertadamente le dio la espalda. Fue esa, junto con la detención del ex alcalde de Cancún y candidato del PRD al gobierno de Quintana Roo, Gregorio Sánchez Martínez, Greg Sánchez, aliado de Los Zetas, de las primeras sirenas de alerta que ‘‘Los Chuchos’’, siempre convenencieros, ignoraron.

Michoacán terminó por convertirse en un narco estado, gracias a la manga ancha que ‘‘Los Chuchos’’ dieron al entonces gobernador Leonel Godoy, en cuyo gobierno se incubó y adquirió poder económico y político La Familia Michoacana para luego transformarse en Los Caballeros Templarios, Cártel que retó en su propia tierra natal al ex Presidente Felipe Calderón. Los perredistas metieron incluso de contrabando al recinto de la Cámara de Diputados, en San Lázaro, al compadre de ‘‘La Tuta’’, Julio César Godoy Toscano, primo del gobernador, ex alcalde de Lázaro Cárdenas y legislador federal electo, sobre el que pesaban órdenes de aprehensión por delitos relacionados con el narcotráfico.

De forma subrepticia, “Los Chuchos” avalaron que el “narcodiputado”, tomara posesión para ser investido con el manto protector del fuero. No fue sino hasta que se difundió en los medios una charla que sostenía tiempo atrás con su ‘‘compadre’’ Servando Gómez, que huyó sin renunciar al cargo. De hecho, y a la luz de los presentes acontecimientos, la detención en paquete de decenas de alcaldes perredistas acusados de mantener ligas con los capos de Michoacán, conocido como ‘‘El Michoanazo’’, del sexenio pasado, dio en el clavo del gigantesco asunto de la infiltración del narco en los gobiernos municipales. El problema fue que los investigadores de Calderón no lograron obtener las pruebas suficientes sobre la protección que el PRD estaba brindando a esta peligrosa nueva clase de “narcopolíticos”.

Ahora que el asunto de Ayotzinapa amenaza con hacer añicos a un partido que a un cuarto de siglo de su fundación ha perdido la identidad y hasta la brújula, gobernadores supuestamente surgidos de una auténtica lucha de la izquierda como Graco Ramírez en Morelos, muestran una franca debilidad y hasta complicidad con los miembros del crimen organizado. De hecho, el mandatario ha evadido dictar línea a los diputados locales de su partido para desaforar al ex alcalde de Amacuzac y actual legislador del PT, Alfonso Miranda Gallegos, señalado por indagatorias de las inteligencias federal y estatal como tío de Santiago Mazari, ‘‘El Carrete’’, jefe del grupo de Los Rojos, Cártel que mantiene una feroz batalla con el de los Guerreros Unidos, ligados al ex alcalde de Iguala.

Hace unas tres semanas, los diputados desecharon quitarle el fuero a Miranda pues se comenta que realmente el gobernador teme enfrentarlo. De hecho cuando los medios lo han requerido para emitir una opinión al respecto, Graco Ramírez siempre evade el tema aduciendo que el asunto está en manos de la Procuraduría Local.

Miranda Gallegos a la par que el ahora despedido Lázaro Mazón, ex Secretario de Salud de Guerrero, tiene como padrino político al líder de MORENA, Andrés Manuel López Obrador. La actual dirigente del PT en Morelos, Tania Valentina Rodríguez ha señalado que la candidatura le fue otorgada al ex alcalde a petición de Obrador, “nos pidieron que entrara al PT porque era del equipo de Obrador”, ha dicho hasta el cansancio ante los medios locales.

Igualmente, y luego de publicarse fotos del mafioso alcalde de Iguala y su esposa al lado del líder nacional de MORENA, ha salido a relucir el tema del padrinazgo ejercido por el tabasqueño a favor de Lázaro Mazón, quien alentó la candidatura de Abarca con el visto bueno de Obrador, según han revelado simpatizantes que en su momento entregaron sendas denuncias a Andrés Manuel dónde, como ocurrió años atrás en Baja California Sur con ‘‘Los Chuchos’’, fue informado y alertado de las relaciones del entonces candidato con el crimen organizado.


Hoy, y a pesar de que el barco se hunde, encaramados en lo alto del mástil, muchos perredistas y miembros de la izquierda insisten, con catalejos en mano, en mirar hacia un promisorio horizonte, olvidando que bajo sus pies la nave se va a pique y hace agua por todas partes.

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