Expediente Ultra
Candidato que ni a los muertos respeta
Teódulo Quintín, un auténtico y peligroso
gangster busca apropiarse de Actopan
Ante priísta y hoy perredista aspira a la
diputación federal para acrecentar sus
negocios personales y poner al municipio
a las órdenes de sus dos jefes políticos:
José Guadarrama y Gerardo Sosa
Créditos
Texto Antonio
Ortigoza Vázquez/Enviado
ACTOPAN, HGO.- Carente
de toda ideología política y expresión tangible de aquellos políticos que
buscan “el poder por el poder”, Teódulo Quintín Pérez Portillo, ex alcalde de
Actopan y candidato a diputado federal por el III Distrito de Hidalgo bajo las
siglas del Movimiento Progresista, se muestra
sediento de fuero para continuar
con la larga cadena de fechorías, intimidaciones y abusos de poder que
ha cometido a lo largo de su carrera política.
Temido más que
respetado en la región actocpense, Pérez Portillo es en los hechos la otra cara
del gobierno “amoroso” que pregona Andrés Manuel López Obrador; los habitantes
de este municipio saben que el violento y prepotente ex presidente municipal “ni a los muertos respeta”, en alusión al
despojo que hizo a la población de los valiosos terrenos destinados al nuevo
panteón municipal que durante su gobierno convirtió en lugar de entretenimiento
al instalar en la zona del camposanto nada menos que la Feria Tradicional de
Actopan. Terrenos que más tarde donaría a favor de la Universidad Autónoma de
Hidalgo (UAH), para ganar los favores de otro de sus mecenas, el cacique
universitario Gerardo Sosa Castelán, también ex priísta reconvertido al
panismo.
Antes priísta,
el hoy advenedizo y convenenciero candidato
de la izquierda, obtuvo del tricolor
jugosas recompensas tales como haber ocupado cargos públicos como el de
Procurador de la Defensa del Trabajo, Director del Transporte y Subprocurador
de la Región de la Huasteca, entre otros, pero al no haber obtenido mayores
beneficios personales, arrió las banderas del tricolor para sumarse al PRD,
bajo el padrinazgo del líder moral del solaztequismo en Hidalgo, José Guadarrama Márquez.
Sumiso y leal a
su nuevo jefe, Pérez Portillo logró la candidatura perredista y ganó la
alcaldía de Actopan para el periodo 2003-2006, y desde el primer momento se
dedicó, junto con su hermano Humberto a hacer
negocios personales, mismos que ahora a seis años de distancia trata de
maquillar bajo el disfraz de obras sociales en favor de la ciudadanía a
sabiendas que tras sus espaldas pesan una serie de demandas por despojo y
fraude, de tal suerte que al aspirante al Congreso pueden brincarle, de un
momento a otro, sus múltiples cuentas pendientes con la justicia.
ACTOPAN A LA
CARTA
A la vista de
propios y extraños, y una vez instalado en el poder local, Teódulo Quintín
Pérez y su familia hicieron todo cuanto
les vino en gana: todos los contratos de obra y adjudicaciones directas fueron operadas de manera directa por su
hermano Humberto, quien por cierto
durante la gestión de Teódulo, llegó al cargo de regidor bajo la bandera del
PRI para después declararse como “regidor independiente”. Contratistas, proovedores y prestadores de servicios,
sintieron desde un principio el rigor de la desmedida ambición de los
“amorosos” hermanos: sin el entre respectivo, que variaba, como reza el refrán:
“según el sapo la pedrada”, nada se autorizaba.
Y de hecho, los
Pérez Portillo diseñaron un bien aceitado plan de extorsión que dejaba sin
opción alguna, por ejemplo, a los contratistas porque Humberto además de hacer
las funciones de “facilitador” de los contratos, de cobrador de los entres, en
su calidad de líder de la Sección 110 del llamado “Sindicato Nacional
Revolucionario de los Trabajadores del Transporte”, afiliado a la CTM,
operaba a su antojo todo el manejo de
los materiales de construcción necesarios en las obras públicas, fueran de
pavimentación o cualquier índole.
Si los
empresarios no pagaban primero a Humberto, toda la obra se detenía. De hecho y
como lo pudo constatar Expediente Ultra, no sólo los empresarios sino los
mismos agremiados del voraz líder eran víctimas de la extorsión pues además de
tener que pagar una cuota mensual de 150 pesos semanales, los miembros del
sindicato tenía que reportarse con un porcentaje por el pago que recibían por
sus fletes. Todo aquel que llegó a alzar la voz debió pagar las consecuencias
al ser segregado de la materia de trabajo. Pero igual rasero operaba para los
contratistas, si alguno chistaba en contra era sacado de la lista de los
contratos y peor aún, sufría el atraso de pagos por parte de la tesorera
municipal, María del Carmen Bretón Sánchez.
Con todo el
poder a su favor, no sólo Humberto y Teódulo hicieron de las suyas, la propia
familia se adjudicó el derecho a extender sus propiedades a mitad del arroyo,
como lo muestran gráficas del presente reportaje. Nadie se podía meter con la
influyente familia. Con el municipio en sus manos Teódulo se sintió con el
derecho de echar por la borda un proyecto albergado por autoridades y habitantes, dos décadas atrás:
la construcción de un nuevo panteón municipal que ya contaba con la
autorización y los estudios correspondientes, pero sobre todo, con el beneplácito de la gente.
FIESTA SIN
DIFUNTOS…
En la memoria de
los actocpenses está bien presente cuando en la década de los ochentas, Jesús
Luz Meneses, aspiraba a ser candidato a la alcaldía por el PRI y para
granjearse la voluntad popular adquirió de su peculio un terreno de cerca de
cinco hectáreas con el fin de erigir un nuevo cementerio, proyecto al cual
invitó a don Pedro Alamilla Hernández, querido y respetado en la comunidad, y
quien aceptó sumarse a la noble causa aportando otro extensión de cinco
hectáreas de su propiedad estableciendo como única condición que cuando murieran él y
su esposa, doña Sabina Zarco Sánchez, fueran sepultados en el nuevo
camposanto. Y así quedo pactado.
Y aunque Jesús
Luz y el señor Alamilla dieron los
primeros pasos a la nueva obra, construyendo buena parte de la barda
perimetral, la capilla y plantando decenas de cipreses, don Pedro no tuvo el
gusto de ser uno de los primeros huéspedes del sueño que albergara en vida; murió
el 25 de febrero de 1988, y dos años más tarde falleció su esposa Sabina, el 16
de septiembre de 1990, para ser exactos. Ambos descansan en el viejo panteón
municipal.
Y aunque Jesús
Luz Meneses vio cumplido su sueño de ser alcalde en el trienio 1991-94, no pudo
concretar el funcionamiento del panteón, aunque dejó establecidos y en regla, los permisos para su
funcionamiento al reglamentarlo como
parte del patrimonio municipal, es decir, de la población. El lugar fue
respetado por las autoridades siguientes hasta que en el 2006, a Teódulo
Quintín Pérez se le ocurrió que no había porque ser tan ceremoniosos con el
proyectado camposanto y pasándose por el
arco del triunfo la voluntad de don Pedro Alamilla, y los buenos propósitos del ex alcalde priísta,
Luz Meneses, decidió instalar ahí, y por
sus pistolas, la tradicional Feria de
Actopan, argumentando que no había otro lugar para realizarla. Mudos testigos
del mercenario despojo fueron la capilla y los cipreses, lo mismo que viejos
actocpenses que aún no digieren las atrocidades cometidas por la ambición del perredista.
Pero el abuso no
terminó ahí pues mediante argucias legales, sin consulta pública, y con el supuesto apoyo de los regidores,
entre ellos el de su hermano Humberto, el hoy candidato donó, al final de su
gestión, parte de los terrenos a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
(UAEH), institución que ni tarda ni
perezosa se dio a la tarea de levantar un campus y una unidad deportiva. Claro está que los
habitantes del municipio muy pronto comprendieron el por qué de la altruista
cesión: apenas dejó el cargo en la alcaldía, Teódulo Quintín encontró acomodo
como Titular del Campus Tepeji de la UAH, el cual por cierto no fue gratuito
sino en pago que por los terrenos del camposanto le retribuyó su nuevo padrino
político, Gerardo Sosa Castelán.
No le importó al
eterno dirigente universitario, también ex priísta y convertido por
conveniencia a sus intereses en panista, que su nuevo protegido dejara tras de
sí una estela de fraudes y abusos de autoridad donde no menudearon las
agresiones físicas de que fueron objeto sus adversarios y críticos. De hecho, y
hasta la fecha, un importante número de empresarios y prestadores de servicios
siguen esperando les sean retribuidas las obras realizadas y sus
servicios profesionales.
De acuerdo a
investigaciones de Expediente Ultra , fueron tantos los casos de corrupción e
incumplimiento de contratos del hoy aspirante a diputado federal, que a un año
de concluir su mandato, diversos
empresarios presentaron una formal denuncia ante el Congreso Local acompañada
de abundantes pruebas, molestos e indignados por el cinismo mostrado por el ex
alcalde quien en su último informe de
labores se atrevió a poner a su administración como ejemplo de honradez y
transparencia, “bondades” a las que quizá le faltó agregar el término de cinismo,
para ser más exacto pues cuando los acreedores se presentaron a cobrarle a la
tesorera María del Carmen Bretón Sánchez, ésta tuvo el descaro de argumentarles
que ya les había liquidado, e incluso, les mostró pólizas con firmas falsas que supuestamente amparaban
los finiquitos.
Los afectados la instaron a realizar con las instituciones
bancarias una compulsa para corroborar que los cheques expedidos eran reales y
habían tenido como destino el pago a sus empresas. Claro que Bretón Sánchez, por
indicación de su jefe, hizo mutis del asunto, dejando colgados de la brocha a
los defraudados empresarios, muchos de los cuales piensan seriamente, en estos
tiempos de elecciones, revivir sus denuncias para que la ciudadanía haga
memoria de cómo se las gasta el ahora supuestamente “honesto y amoroso”
perredista. El fraude cometido hace años, asciende a varias decenas de millones
de pesos, como consta en las pruebas entregadas en su momento al Congreso
Local, órgano legislativo al que Pérez Portillo juró y perjuró no haber dejado
deuda alguna. De ése tamaño su temerario latrocinio.
CÁTEDRAS DE
DESPOJO
Ya experto en
las artes del despojo, la prepotencia y la corrupción, a su llegada al Campus
de Tepeji del Rio, Teódulo Quintín puso manos a la obra y empezó a cobrar con creces el favor hecho a Sosa Castelán
despojando a quienes operaban la
cafetería, la papelería, el restaurante y el fotocopiado de las instalaciones
construidas años atrás por ellos mismos.
De acuerdo al
contrato celebrado con las autoridades
de la UAEH, en febrero del 2003, gente como Jorge Almazán
Vega y María Elena Escorcia Hernández, aceptaron levantar con sus recursos los
locales donde se asentaban los comercios ya señalados en el interior del Campus.
La inversión que ascendió a 419 mil 534 pesos la hicieron a condición que se
les otorgaría una concesión para operar sus negocios por un lapso de once años,
es decir, que el contrato debía vencer en febrero del 2014, los honrados
empresarios no contaban que con la
llegada del ambicioso ex alcalde su inversión se vendría abajo. Fiel a su
estilo gangsteril, el 23 de junio del 2009, Pérez Portillo cerró de manera violenta, y sin
mediar explicación alguna, su única fuente de trabajo, entregando los
inmuebles y los giros correspondientes a
terceras personas.
Al dar
seguimiento a la averiguación previa 17/T/677/2009, la procuraduría del Estado
comprobó la ilegalidad de los actos cometidos por el ex alcalde al que no le
quedó de otra que indemnizar a los afectados según quedó asentado en la
comparecencia del 29 de marzo del 2010. Los quejosos optaron por la conseja jurídica que dicta aceptar un
mal arreglo a un pleito largo, perdiendo buena parte de su patrimonio familiar.
Más por temor a ser agredidos en su integridad física que por gusto, otorgaron
el perdón al pillo funcionario.
SOBRE
ADVERTENCIA NO HAY ENGAÑO
Por eso, ahora el candidato Pérez Portillo busca
curarse en salud y sediento de fuero, ansía colgarse de la diputación federal
para seguir lucrando con el poder, nuevamente cobijado bajo el manto protector
de su antes jefe político, José Guadarrama Márquez quien seguramente ya le
perdonó su infidelidad de haberse aliado con el panista Gerardo Sosa Castelán. Cosas
de la política y de los intereses creados. La pregunta es: ¿se dejarán engañar
los electores del III Distrito por éste traficante del poder?
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